Como el nombre de este blog lo indica,
soy una mujer MUY chapada a la antigua. Así que cuando una de mis amigas
alemanas me dijo que iba a tener un “date” con un tipo que había conocido en
Tinder, puse el grito en el cielo. Ya saben, la típica mamá diciéndole que era
super peligroso, que no sabe que clase de tipos se puede encontrar, que la
podían secuestrar, que podía ser un exconvicto prófugo de un psiquiátrico, etc.
Para los que no saben que es Tinder, se
trata de una aplicación del celular donde puedes encontrar pareja. Es toda la
sensación porque además de ser gratis, la mecánica para hacer el “match” es suuuper
divertida. Claro que en Europa y sobre todo en los
States, este tipo de apps es de lo más común porque la gente es medio cohibida
para socializar cara a cara, o trabaja todo el día por lo que no tiene el
tiempo suficiente para conocer a una persona. Si yo descargara esto en el “rancho”
de donde vengo, sería suicidio social.
Fue así como uno de esos días que no
tenía que hacer y moría del aburrimiento,
me acordé de la famosísima App y la descargué. Qué mejor pretexto? Tenía
4 meses de haber llegado a esta ciudad, no conocía a muchas personas y quería
practicar mi English.
La ventaja es que puedes delimitar la
edad y la distancia de las personas que quieres encontrar. Yo elegí un rango entre los 23 y
los 27 años y que no estuvieran a
más de 50 millas a la redonda. Luego publiqué unas fotos
mías en NY, en la nieve, en la playa y en un globo aerostático, ¿quién no quiere
ser amigo de una mujer viajadora y divertida?
Una vez que inicié ya no podía parar, se
volvió tan adictivo como cuando jugué por primera vez Candy Crush. Me aparecía
la foto de algún prospecto, la observaba, y si se me hacía atractivo leía su
perfil. Si me interesaba, deslizaba la imagen a la derecha para hacer un match,
de lo contrario, la deslizaba a la izquierda para seguir buscando candidatos.
Vaya que uno se topa con cada cosa…
Durante los primeros 15 minutos ya tenía lista
de espera. Siempre esperé a que ellos me escribieran; con algunos solo hablé un
par de veces, y con otros mantenía el contacto por unos días. Por supuesto que
me daba horror conocerlos en la vida real, además yo no quería una relación.
Hasta que una noche que estaba en la
barra de un bar con una amiga, se me acerca un tipo eufórico diciendo mi nombre
en voz alta. Yo puse cara WTF porque jamás en mi vida lo había visto y el
volvió a decir mi nombre pero esta vez agregó: - "You’re Elisa right?, I’m Alex! from Tinder!". Me puse de mil colores y lo saludé como si de verdad lo conociera
para no quedar mal delante de todo el mundo. Mas tarde nos presentó a sus
amigos, que por cierto también los teníamos en el Tinder-catálogo (osazo), nos
carcajeamos de la manera en que nos conocimos, nos invitaron los tragos y seguimos la fiesta hasta que salió el sol.
Por qué no salir con alguien más? Después la primer experiencia me armé de valor para conocer a otro de mis matches: Jon Jon.
Estudiante, deportista, buen hijo, católico según él. Como no quería ir sola,
le dije que invitara a sus amigos y así yo podía invitar a las mías. La primera
cita estuvo de 10: fuimos a cenar, socializó con mis amigas, me cayó muy bien y
quedamos en volver a salir como amigos. La segunda vez fuimos a jugar soccer y
llevó hasta snacks para hacer un picnic. La tercera me invitó al cine, el pasó por mí, me dejó
elegir la película y compró palomitas y todos los dulces que yo quisiera. Pero la
última vez (y la vencida) que lo vi fue el 4 de julio, cuando nos invitó a un
lago a todos mis amigos y a mí, y se portó como el verdadero PATÁN que era.
La que no perdió el tiempo fue “La nachas”, una de mis amigas mexicanas que
había venido de visita durante todo el verano. Ella conoció a 5 tinderianos,
como les llamamos nosotras, y se aventó más de 9 citas en 2 meses! –“Un día con
el Caleb, otro con el Drew, hoy con el Michael, el fin con el Taylor y la
semana que entra con el Derek”. Unos resultaron más tetos que otros, pero al
menos todos eran muy bien parecidos y la invitaban a lugares super nice de la ciudad. Y
claro, todas las chaperonas de las amigas disfrutábamos de los beneficios… con
decirles que hasta creamos un grupo en whats app para estar al corriente de
todos nuestros nuestros planes de Tinder.
Pudiera escribir una novela de cada uno
de los personajes que conocimos y de las aventuras que pasamos gracias a esta
Dating App. No ligamos y no llegamos a tener una relación con nadie, mucho
menos yo. Pero fue uno de los mejores veranos de nuestras vidas: conociendo
tipos nuevos cada semana, disfrutando de comida y bebidas gratis, teniendo
planes todos los fines, recordando las experiencias “randoms” que pasábamos y
tratando de sobrevivir tantas desveladas.
Tarde o temprano me cansé de tantas
notificaciones, conversaciones tontas y demás, que borré la aplicación. No soy
de esas personas que viven pegadas a sus celulares. Siempre traigo el teléfono
en silencio, o tardo mil años en revisarlo y contestar. Mis amigos saben de que
hablo.
Además, para que quiero otro hombre si
tengo a Sergio aquí? Él es mi
chofer, mi guarro, mi nutriólogo, mi consejero, mi pañuelo
de lágrimas, mi ejemplo a seguir,
mi angel de la guarda y sobre todo mi Mejor Amigo en Atlanta. Estoy segura de que ni
siquiera un novio haría todo lo que él hace por mi. Lo
que no puedo evitar, es reírme cada vez que me preguntan como lo conocí. Como
él es de Monterrey, muchos piensan que lo conozco desde México, otros que lo
conocí en mi vuelo antes de llegar, la mayoría cree que lo conocí en Midtown…
Ustedes dónde creen? ;)
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