jueves, 21 de agosto de 2014

¡Vivan las “Dating Apps"!

A pesar de que tengo tan sólo 23 añitos, la revolución de las redes sociales me tiene horrorizada. En mis tiempos, conocer a una persona solía ser más interesante: tenías que presentarte o ser presentado por alguien en común; las personas contaban sus anécdotas y, fuera verdad o mentira, por lo menos te entretenías un rato; siempre había tema de conversación ya que la gente leía y tenía más cultura general; y sobre todo el juego del amor era mucho más divertido porque declarar los sentimientos y las mariposas en el estómago eran parte del cortejo.




Como el nombre de este blog lo indica, soy una mujer MUY chapada a la antigua. Así que cuando una de mis amigas alemanas me dijo que iba a tener un “date” con un tipo que había conocido en Tinder, puse el grito en el cielo. Ya saben, la típica mamá diciéndole que era super peligroso, que no sabe que clase de tipos se puede encontrar, que la podían secuestrar, que podía ser un exconvicto prófugo de un psiquiátrico, etc.

Para los que no saben que es Tinder, se trata de una aplicación del celular donde puedes encontrar pareja. Es toda la sensación porque además de ser gratis, la mecánica para hacer el “match” es suuuper divertida. Claro que en Europa y sobre todo en los States, este tipo de apps es de lo más común porque la gente es medio cohibida para socializar cara a cara, o trabaja todo el día por lo que no tiene el tiempo suficiente para conocer a una persona. Si yo descargara esto en el “rancho” de donde vengo, sería suicidio social.

Fue así como uno de esos días que no tenía que hacer y moría del aburrimiento,  me acordé de la famosísima App y la descargué. Qué mejor pretexto? Tenía 4 meses de haber llegado a esta ciudad, no conocía a muchas personas y quería practicar mi English.

La ventaja es que puedes delimitar la edad y la distancia de las personas que quieres encontrar. Yo elegí un rango entre los 23 y los 27 años y que no estuvieran a más de 50 millas a la redonda. Luego publiqué unas fotos mías en NY, en la nieve, en la playa y en un globo aerostático, ¿quién no quiere ser amigo de una mujer viajadora y divertida?

Una vez que inicié ya no podía parar, se volvió tan adictivo como cuando jugué por primera vez Candy Crush. Me aparecía la foto de algún prospecto, la observaba, y si se me hacía atractivo leía su perfil. Si me interesaba, deslizaba la imagen a la derecha para hacer un match, de lo contrario, la deslizaba a la izquierda para seguir buscando candidatos. Vaya que uno se topa con cada cosa…

Durante los primeros 15 minutos ya tenía lista de espera. Siempre esperé a que ellos me escribieran; con algunos solo hablé un par de veces, y con otros mantenía el contacto por unos días. Por supuesto que me daba horror conocerlos en la vida real, además yo no quería una relación.

Hasta que una noche que estaba en la barra de un bar con una amiga, se me acerca un tipo eufórico diciendo mi nombre en voz alta. Yo puse cara WTF porque jamás en mi vida lo había visto y el volvió a decir mi nombre pero esta vez agregó: - "You’re Elisa right?, I’m Alex! from Tinder!". Me puse de mil colores y lo saludé como si de verdad lo conociera para no quedar mal delante de todo el mundo. Mas tarde nos presentó a sus amigos, que por cierto también los teníamos en el Tinder-catálogo (osazo), nos carcajeamos de la manera en que nos conocimos, nos invitaron los tragos y seguimos la fiesta hasta que salió el sol.

Por qué no salir con alguien más? Después la primer experiencia me armé de valor para conocer a otro de mis matches: Jon Jon. Estudiante, deportista, buen hijo, católico según él. Como no quería ir sola, le dije que invitara a sus amigos y así yo podía invitar a las mías. La primera cita estuvo de 10: fuimos a cenar, socializó con mis amigas, me cayó muy bien y quedamos en volver a salir como amigos. La segunda vez fuimos a jugar soccer y llevó hasta snacks para hacer un picnic. La tercera me invitó al cine, el pasó por mí, me dejó elegir la película y compró palomitas y todos los dulces que yo quisiera. Pero la última vez (y la vencida) que lo vi fue el 4 de julio, cuando nos invitó a un lago a todos mis amigos y a mí, y se portó como el verdadero PATÁN que era.

La que no perdió el tiempo fue  “La nachas”, una de mis amigas mexicanas que había venido de visita durante todo el verano. Ella conoció a 5 tinderianos, como les llamamos nosotras, y se aventó más de 9 citas en 2 meses! –“Un día con el Caleb, otro con el Drew, hoy con el Michael, el fin con el Taylor y la semana que entra con el Derek”. Unos resultaron más tetos que otros, pero al menos todos eran muy bien parecidos y la invitaban a lugares super nice de la ciudad. Y claro, todas las chaperonas de las amigas disfrutábamos de los beneficios… con decirles que hasta creamos un grupo en whats app para estar al corriente de todos nuestros nuestros planes de Tinder.

Pudiera escribir una novela de cada uno de los personajes que conocimos y de las aventuras que pasamos gracias a esta Dating App. No ligamos y no llegamos a tener una relación con nadie, mucho menos yo. Pero fue uno de los mejores veranos de nuestras vidas: conociendo tipos nuevos cada semana, disfrutando de comida y bebidas gratis, teniendo planes todos los fines, recordando las experiencias “randoms” que pasábamos y tratando de sobrevivir tantas desveladas.

Tarde o temprano me cansé de tantas notificaciones, conversaciones tontas y demás, que borré la aplicación. No soy de esas personas que viven pegadas a sus celulares. Siempre traigo el teléfono en silencio, o tardo mil años en revisarlo y contestar. Mis amigos saben de que hablo.

Además, para que quiero otro hombre si tengo a Sergio aquí? Él es mi chofer, mi guarro, mi nutriólogo, mi consejero, mi pañuelo de lágrimas, mi ejemplo a seguir, mi angel de la guarda y sobre todo mi Mejor Amigo en Atlanta. Estoy segura de que ni siquiera un novio haría todo lo que él hace por mi. Lo que no puedo evitar, es reírme cada vez que me preguntan como lo conocí. Como él es de Monterrey, muchos piensan que lo conozco desde México, otros que lo conocí en mi vuelo antes de llegar, la mayoría cree que lo conocí en Midtown… Ustedes dónde creen? ;)

viernes, 15 de agosto de 2014

Camión? Yo? No, Gracias!


Recuerdas aquél momento de tu infancia en el que tus papás te llevaron a las ferias y te subieron a un juego mecánico en contra de tu voluntad? Tenías miedo, veías a todas las demás personas reirse macabramente, y solo rogabas a Dios por bajarte y salir corriendo para llorar donde nadie te viera. Sí, exactamente esa es la sensación de subirte a un autobus urbano.

Camión? Yo? No, gracias! Yo paso; prefiero un carrito (que aunque no sea de lujo) me mueva para todos lados, donde traiga mi closet en la cajuela, y donde me puedar retocar el maquillaje "a mis anchas". Hay ciudades como Moscú, Viena, Hong Kong o Munich, dónde el sistema de transporte público es excelente y todo es limpio, moderno y seguro. Sin embargo, en otros países como mi querido y amado México, no es tan CÓMODO que digamos.

Los dejo con esta crónica que escribí hace un tiempo para un periódico en el que trabajaba, cuando aún era “estudiambre”, vivía en otra ciudad y moverme en camión, más que gusto, era toda una necesidad…





Cómo cualquier estudiante foránea sin coche en esta ciudad, me veo en la necesidad de tomar autobús, la ruta 635 para ser exactos. No sé si es la mala suerte que tengo, si el servicio es tan insuficiente o ambas, que cada vez que tengo que tomar esta ruta, el camionero se pasa de largo o pasa tan lleno que no se detiene.

El miércoles pasado salí cansadísima de la escuela, eran aproximadamente las 3 de la tarde y me dirigía a la parada que está justamente entre las calles Pablo Neruda y Av. Patria. Cinco minutos…diez minutos…quince minutos y pasaban todas las rutas que deben hacer parada ahí menos la 635 A, que va rumbo a Zapopan. Cuando por fin pasó el autobus, el camionero ni siquiera hizo parada y las 7 personas  que estábamos esperando nos miramos unos a otros con cara de frustración.
Diez minutos más tarde pasó la misma ruta que, afortunadamente, ésta vez si se detuvo, pero para el colmo de los colmos, iba llenísimo.

He batallado para conseguir los famosos transvales (o “transpobres”, como les llaman los locales) así que pagué mis cinco pesos como todos los que subían antes que yo. Y no era la única que había tenido mal día, puesto que el chofer ni siquiera me respondió las buenas tardes al momento que me daba mi boleto apresuradamente. Todavía ni terminaba de subir la última persona cuando el chofer ya estaba arrancando.

Subí pues al camión y sólo sentí la mirada de desesperación de todos los pasajeros, puesto que iba tan lleno que no se explicaban cómo era posible que siguieran subiendo más.
Dieciséis asientos de un lado, dieciséis del otro y cinco en la parte posterior, que suman un total de 37 lugares. Imaginen cuantas personas iban en el camión: 50. Las que por suerte alcanzaron asiento iban asándose y las demás, que como yo, iban de pie, luchaban por no caerse ante lo cafre del chofer, que conducía como si llevara vacas.

Amas de casa, estudiantes, obreros, empleados de plazas comerciales, enfermeras,  adultos mayores. Todo tipo de personas viajaban en esta ruta.
Observaba cada uno de los rostros de las personas que estaban sentadas enfrente de mí y que de tanto en tanto chocaban nuestras miradas: una señora de edad madura, con unas cuantas canas venía repasando las letras de un libro de páginas amarillosas, y junto a la ventana, una joven de unos 20 años que iba durmiéndose, y cada vez que el camión frenaba ella se estremecía y abría sus ojos negros asustada.

A mi costado derecho, un tipo alto, ojo verde y bien parecido, se sostenía firmemente con sus dos fuertes brazos atléticamente marcados. Todos los que íbamos de pie nos balanceábamos  de un lado a otro al son del camión, menos el “guapote”, a quien parecía no importarle y ni siquiera parecía hacer esfuerzo por no caerse.”
La enfermera de mi lado izquierdo iba absorta viendo hacia la ventana escuchando un reproductor de música. Y quedando espalda con espalda, se encontraba detrás de mí una señora que me iba empujando con sus atributos posteriores, osea sus nachotas, de tal manera que yo casi me caía de boca.

Todo esto ocurrió apenas subí al camión. La siguiente parada quedaba justo enfrente de la segunda entrada de la universidad. Ahí subieron otros cinco estudiantes que también iban saliendo de la escuela. ¡Pero subían!, nadie bajaba, y como ya no había espacio para seguir subiendo pasajeros, el chofer sólo gritaba: “Haber raza, recórranse por favor” y  todos las pasajeros, incluyéndome, nos íbamos recorriendo al fondo con un ligero gesto de desprecio.
Las personas que parecían cómodamente sentadas también sufrían las consecuencias, ya que al  momento de recorrernos no faltaba el codazo o panzazo de los que íbamos de pie.

Y seguía avanzando… próxima parada: Plaza Andares, donde subieron 10 personas más. Era imposible que siguieran subiendo cinco personas por cada una que bajaba.

Sin duda, los peores momentos cuando se viaja en un camión urbano son al momento de arrancar, de frenar y en las curvas. Fue precisamente en la curva de Plaza Pabellón donde el autobus casi se voltea del peso que llevaba (que obvio no fue diseñado para tal cantidad de pasajeros).

Tenía mis manos cansadas de sujetarme del tubo superior pero no podía soltarme ni un instante: si lo hacía, ba a salir volando por alguna de las ventanas, que por cierto, no entiendo por qué venían cerradas.

Plaza Pabellón fue la última parada que hizo, dónde subió tal cantidad de gente que en el camión íbamos ¡73 pasajeros! Ahora sí que, en caso de sufrir un accidente, nadie vive para contarlo. Era impresionante ver cómo las personas que se encontraban justo en los escalones de la entrada iban embarradas a las puertas y suplicando para que éstas no se abrieran de la presión que ejercían sobre ellas.

En el trayecto de esa parada hasta la basílica de Zapopan, no subió ni bajó absolutamente nadie pero eran un calor y un gentío insoportables.

Hagamos énfasis en lo siguiente.  Si cada persona que sube paga cinco pesos, en sólo ese trayecto ingresaron 400 pesos. Ojo: sólo en ese trayecto. ¿Y si todo el día viajan las misma cantidad de pasajeros en el camión? ¿No habrá suficientes entradas al día, a la semana o al mes para comprar más unidades y satisfacer la necesidad de transporte de tanta población?  Porque, no es la primera vez que me sucede, ni será la última y a comentarios de otras personas es la misma situación diariamente y de todas las rutas.

“Piiip”-sonó el timbre del camión para hacer parada en mi lugar de destino, la Basílica de Zapopan. Ahí bajamos todos. La gente bajó quejándose de lo entumidos que iban, pero igual de felices por haber estirado sus piernas y finalmente poder respirar aire puro y fresco. Parecía como si quisieran hincarse y besar el suelo para gritar: ¡Tierra!

Conclusión: Si tiene que viajar en camión, no lo haga en horas pico.
Esperen, ¿hay alguna hora que no sea hora pico?



domingo, 10 de agosto de 2014

10 Errores que cometemos las mujeres por los hombres. Parte2



 
Recapitulando. Anteriormente comentaba los 5 primeros errores que cometemos las mujeres por y para los hombres: comenzar una dieta, usar exceso de maquillaje, caer en la vulgaridad, actuar exageradamente e imaginarse la novela. Reitero que no soy feminista, no odio a los hombres y no soy una amargada, al contrario! Solo son las conclusiones a las que he llegado sobre la marcha y que nos pueden evitar muchos dolores de cabeza.

 El día de hoy, y como pan recién salido del horno, les presento la segunda parte de la lista.

6. Idealizar a la persona.


Aunque la famosísima frase “Nunca esperes nada de nadie” está mas trillada que el “Titanic” en el canal 7, nunca la aplicamos. El problema de las decepciones, ya sean amorosas ó de cualquier tipo, radica precisamente en que esperamos demasiado de la otra persona,  y si no obtenemos lo que queremos o no funciona como esperamos, terminamos frustrándonos.

Vemos lo que queremos ver y exigimos ser correspondidas de la misma manera como nos entregamos, sin embargo olvidamos que cada quién tiene diferentes formas de demostrar sus sentimientos. No es que ellos empeoren la situación en lugar de arreglarla, sino que no piensan como nosotras… son solo seres simples y cuadrados (huecos en su mayoría), esa es su naturaleza.

7. Salir con el ex de tu mejor amiga.


No es necesario explicar este punto. Ley UNIVERSAL  de las mujeres. Punto.

8. Dejarse manipular.


Si tu novio (marido, amigo con derecho, whatever) es un celoso obsesivo compulsivo que te marca a todas horas para ver dónde y con quién estás; te prohíbe vestir cierto tipo de ropa o te sugiere como hacerlo,  quiere tener control sobre tu vida, tus amistades, la contraseña de tu face y hasta se atreve a opinar de tu familia, CUIDADO. El del error no es él, eres tú quien te estás dejando manipular.

Por mas enamoradas que estemos debemos recordar que nosotras somos quienes decidimos hasta dónde nos puede afectar una relación. Si en lugar de progresar y ser felices nos hemos vuelto paranoicas y amargadas, algo debe de andar mal.

9. Pasarse de copas.


Este es mi favorito. Si les contara las aventuras que he vivido cada vez que se me han pasado las copas… Conste que a mi no me gusta tomar, pero han sido de esas veces que estas perfectamente bien y de un momento a otro “te pega el aire” y… you know what I mean?

Beber no es malo, solo cuando se abusa de él por supuesto, puesto que el etanol del alcohol relaja el sistema nervioso y nos desestresamos. Hasta cierto punto es saludable. Desgraciadamente hay un punto de intoxicación en el que nuestro cerebro pierde el control: se nos lengua la traba, se nos tuercen los ojos, caminamos como si tuviéramos una "pata cucha", ó nos armamos de valor y decimos cosas que no queremos decir y hacemos cosas que no queremos hacer; entre otras.

Lo peor que me ha pasado, y que sigo haciendo every single time que me pongo mal, es mandarle mensaje o llamarle en media madrugada. ¿Qué es lo que digo? Yo tampoco tengo idea,  sino que al día siguiente que veo el historial de llamadas o los mensajes con el típico “nckjkwefiu”, me digo a mi misma: -“Elisa, última vez que vuelves a tomar”.

10. Andar de ROGONA. Top de los Tops.


No sé quien me da mas pena ajena, si las mujeres que andan detrás de los hombres conscientes de que ellos no están interesados en ellas, o aquéllas que saben que sus parejas las engañan y andan reclamándole a las queridas que los dejen en paz.

Hacer circo, maroma y teatro por conquistar a un hombre no garantiza una relación a largo plazo. Cuando hay química, simplemente hay química, y esa chispa que hubo desde un principio bastará lo suficiente para matener la llama del amor encendida por un buen rato.

En contraste, existen mujeres que, cuando ellos tienen novias, se ponen en su plan de femme fatal para hacer que truenen y quedarse con el mono v/s las novias psicóticas que no se dejan de que “la querida” les baje el galán. 
Como aquella vez que acompañe a una de mis amigas al centro commercial y se encontró a al tipo con el que estaba saliendo…con su esposa! Yo no tenía conocimiento de que él estaba casado, si no ya le habría dado unos "sapes" a mi amiga por salir con él, pero bueno. Supongo que ambas ya se habían stalkeado en facebook porque cuando se vieron se reconocieron inmediatamente. Mi amiga no sabía donde meter la cabeza y la otra mujer comenzó a perseguirnos por todo el centro comercial hasta que nos alcanzó y empezó a gritar como “ñora” de vencidad. La pregunta del millón es: ¿Quién de todos los involucrados se ve más mal?

A)   Mi amiga, por salir con un hombre casado.
B)   La esposa, que hizo un mega drama  a mi amiga en medio del centro comercial.
C)   Las dos, mientras el graciosito del marido se reía del espectáculo.


Exacto. Las que caen en el jueguito pierden. Y en todos los puntos anteriores, también.



viernes, 1 de agosto de 2014

10 Errores que cometemos las mujeres por los hombres. Parte1




      Ayer estaba viendo una comedia romántica (sí, de esas películas de amor que tienen finales tan irreales, pero una parte de ti quisiera tener un desenlace así) y al final no sabía si las actuaciones habían sido muy malas, o si en verdad las mujeres somos tan brutas y las actrices supieron proyectarlo muy bien en su papel.

El problema con la mayoría de nosotras es que generalmente hacemos las cosas por darles gusto a ellos. Por qué hacer las cosas buscando su aprobación, su interés o su cariño? No es que yo sea una “chucha cuerera” con las relaciones (de hecho soy un desastre) pero gracias a que algunas partes de mi vida han sido como de película, incluyendo las experiencias de mis amigas, hice una retrospectiva y he aquí una lista de los 10 errores típicos que cometemos las mujeres por y para los hombres:


1. Empezar la dieta.


Siendo honestas, quién no se ha martirizado de hambre antes de tener un "date"? Antes de la esperada fiesta del sábado ya estamos sobreviviendo a base de papaya, lechuga y agua desde el jueves ó empezamos a salir con alguien y nos ponemos a dieta y el ejercicio porque suponemos que “nos vemos gordas” para ellos.

La verdad es que las dietas no funcionan por eso. Se trata de aprender a comer bien para estar saludables en el futuro; no están diseñadas para un mes ó un fin de semana y menos para gustarle a un tipo que,  probablemente, el día de mañana te cambie por otra y te de un pase directo al “rebote”... porque eso sí, no hay litro de nieve o caja de chocolates que no curen un corazón herido.

2. Exceso de maquillaje.


Una vez estaba en el asilo de ancianos y uno de los viejitos le dijo a mi novio (de aquél entonces) que yo era muy bonita. Como yo soy muy modesta, "ajá", le agradecí el cumplido pero hice énfasis en que había sido un largo día, que andaba en “fachas” y que arreglada y maquillada podía verme mucho mejor. El respondió:

-       “Todas las mujeres arregladas se ven hermosas. Pero es muy difícil despertar con alguien, que aún en la mañana y sin maquillaje, se vea igual. Si así te ves linda ahorita, seguramente también te ves muy linda por las mañanas. Ese es el tipo de belleza que todos los hombres deberíamos de buscar.”

Lo sé. A mi también me llegó (creo que a mi ex le pasó de la noche a la mañana porque me dejó ir). Y nunca me he considerado super bonita, así de que ustedes digan “wow que bárbara”, ni tampoco soy una experta maquillándome o peinándome, pero creo que desde entonces me sentí única y hago el esfuerzo por verme menos artificial. El Día de la Primavera es el 21 de marzo, Halloween es el 31 de octubre.. De ahí en delante no hay necesidad de maquillarse como si fueras payaso, flor mutante o muñeca de porcelana diabólica... Bueno, a menos de que tengas una sesión de fotos muy artística o que estés haciendo casting para el circo, entonces sí, todo está bien.

3. Caer en la vulgaridad.


Les suena el dicho popular: "Aunque la mona se vista de seda, mona se queda"? Siempre que lo escuchaba, y no se por qué, pero me imaginaba a la Mona Lisa con diferentes vestidos (hasta de colores más vivos o floreados) pero con la misma cara enigmática. Igual sucede con nosotras las mujeres.
Nuestras facciones y nuestra esencia son las mismas y por supuesto que habrá ropa que nos favorezca mejor según nuestra complexión, altura ó estilo. Pero usemos lo que usemos, vamos a seguir siendo nosotras y nada va a cambiar en lo personal. La que es insegura seguirá siendo insegura, y la que es sencillita y carismática como yo... también seguirá siendolo.

Se preguntan por que tienen esa reputación? Creen que van a conseguir un buen partido publicando sus mejores fotos como "encueratrices"? Pregúntele a cualquier hombre: podrán salir con muchas, pero se van a quedar con aquella que no le de vuelo a la hilacha con cualquiera. La ventaja de ser mujeres es que podemos arreglarnos y vernos atractivas sin tener que caer en la vulgaridad. 
Así como la Mona Lisa no pierde su misterio, nosotros no debemos perder nuestra DIGNIDAD. Eso es lo que nos hace interesantes.

4. Actuar exageradamente.


Primer acto: Pepito trata de impresionar a Pepita.
Segundo acto: Pepito no se da cuenta de lo ridículo que se ve.
Tercer acto: Pepita se arrepiente de haber salido con Pepito por qué se comporta muy extraño.
Cómo se llamó la obra? “Todos los hombres. Siempre.”

Jajaja, ok, ok. Obviamente las mujeres también caemos en esto y yo entiendo que no somos las mejores actrices o que simplemente no podemos ocultar nuestra emoción y los nervios que sentimos cuando estamos con alguien que nos mueve el tapete,  pero nunca, jamás de los jamases, hay despegar los pies de la tierra.
Así como ellos se ven super ridículos tratando de impresionarnos, así nos vemos nosotras (o peor). Se trata de dejar las cosas fluir y de ser como somos. Que flojera pretender ser alguien más con alguien que ni siquiera conocemos.

Aunque debo de admitir que tengo buenísimas historias gracias a situaciones como esta. Ya les contaré después.

5. Imaginarse la novela.



Saben a que me refiero. Conocemos un nuevo galán, nos invita a salir, y todavía no terminamos de tomarnos el “Chai” cuando ya nos estamos nos imaginamos que nos va a llevar a casa, vamos a vivir el momento incómodo donde no sabemos si quedarnos platicando más o meternos, va a abrir la puerta del coche, nos va a acompañar a la puerta, nos va a dar un beso a la luz de la luna, nos va a a mandar mensaje de buenas noches, el próximo fin sacamos a nuestras amigas con sus amigos, vamos a empezar una relación, si bien nos va nos podemos casar, nuestros hijos serían muy atractivos (aunque primero tendríamos que conocer a su papa para saber como se vería nuestro prospecto de grande), etc, etc, etc. Ó todo lo contrario…digo, si no nos gusta el tipo lo único que queremos es llegar a nuestra casa y desaparecer de su vida.

Quizás sueno muy exagerada pero se los juro que he conocido gente así. Al menos al mensajito de buenas noches si hemos llegado, y a la parte donde lo bloqueamos en el celular también.

Nos complicaríamos menos la existencia si solo dejamos de imaginarnos la “novela”, o sea lo que va a suceder después, y disfrutamos del momento. Tranquilas! Por más guapo que esté nuestro principe azul, no significa que se porte como tal; o por el contrario, no está tan agraciado pero te puede hacer pasar uno de los mejores ratos de la semana. Claro que puedes analizar sus rasgos faciales, la psicología de su comunicación no verbal y determinar si vuelves a salir con él o no, pero la clave de la diversión está en escuchar, prestar atención y dejarse sorprender.

El resto de la lista? No se lo pierdan la próxima semana ;)